miércoles, 30 de enero de 2008
Centro de Justicia Alternativa del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Sonora, México
Ma. Teresa Puebla
tepuca@hotmail.com
Esto de compartir desde nuestro rinconcito atendiendo a la invitación de Nora, es una parte muy importante para poder interactuar con los demás sobre el desarrollo de las técnicas o métodos de la mediación y dejar de lado los mitos creados al derredor de ella.
Nuestro trabajo es una forma callada de comunicación para crear la paz, mediante la promoción de la técnica de la mediación, dentro de la institución, está promoción, se desarrolla trabajando con los usuarios o partes, desde el momento que ellos asisten a este tribunal para resolver sus conflictos familiares, que conlleva todo lo relacionado al derecho de familia como pensiones, convenios de divorcio, convivencia con los menores, sucesiones, entre otras. Civil y Mercantil, contratos civiles y mercantiles, derechos relacionados con bienes muebles e inmuebles, con actos de comercio en general.
En el área Penal los delitos perseguibles por querella necesaria, hechos Comunitarios y Vecinales, en general, todas aquellas cuestiones respecto de las cuales no exista impedimento legal para conciliarse.
Desde esta perspectiva, en mi rinconcito, también desarrollo un espacio teórico y técnico para crear procesos que resuelvan el conflicto al igual que ustedes en sus diez puntos para la creación de la paz, convirtiéndome en el momento del procedimiento en un promotor de la paz,de que manera ¿ se preguntaran?
Retomando las necesidades de las partes su primer postura ante mi la extraña mediadora, primero trato de aceptarlos tal como ellos se me presentan, evitando que sientan cualquier tipo de rechazo, manejando mi voz mi mirada, mi cuerpo en forma que se sientan acogidos, creando un ambiente de tranquilidad sin presiones legales, cuando las partes se sienten atendidas o escuchadas se completan, se serenan, trasciende las técnicas para la paz , la estabilidad una forma de educar sin decir sin presionar.
Aquí en el Centro de Justicia Alternativa del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Sonora, México hemos encontrado que todos los mitos acerca de la Mediación en sede Judicial, son solo eso, mitos.
Los usuarios acuden a esta instancia con la seguridad de que tendrán ayuda especializada para resolver las situaciones que les causan conflicto, y de no ser así sabrán que hay otras formas de atenderlos: nadie se va con las manos vacías, la paz se entrega a las partes con la “completud” que deja la escucha activa...
jueves, 24 de enero de 2008
10 acciones por la paz en 2008
10 acciones por la paz en 2008
Esta es una lista de sugerencias para traer mas paz a nuestras vidas, familias y grupos. Es solo un intento de abrir la conversacion y pedirles a Uds. sus sugerencias....A ver si hacemos una creacion compartida de esta lista!
1) Examine cómo puede crear más paz en su vida personal. Si no tenemos un nivel de paz en nuestras vidas personales, como podemos ser efectivos en nuestra tarea profesional? O como vamos a poder trabajar por la paz en nuestras familias, y grupo social? – No hay una única receta, pero controlando nuestras emociones, respetando el punto de vista de los otros, meditando, yoga y mediando son parte de la solución.
2) Comparta con los demás sus experiencias y frustraciones en la tarea de construir la paz. Use recursos como este sitio y otros para expresar sus propias experiencias, así todos aprendemos de todos como transformar conflictos y mejorar nuestras prácticas. Si tiene una historia exitosa, mejor aun, compártala aquí o en otros lados.
3) Apoye a las organizaciones que están trabajando para aumentar la paz en el mundo. Si va a hacer una donación de dinero, tiempo o ropas, fíjese que la organización destinataria apoye la paz, resuelva conflictos o construya comunidades valiosas.
4) Conviértase en un promotor de la prevención y resolución de conflictos. Hable en voz alta de los remedios, pare la escalada del conflicto y proponga educar a las partes en el uso de los métodos pacíficos de resolución.
5) Incluya un enfoque centrado en conflictos en su organización. Muchas organizaciones están alertas a la posibilidad de organizar las comunicaciones internas para darle cabida a las quejas o reclamos de sus empleados. Esto significa también examinar las practicas presentes para ver de que modo generan conflictos y cambiarlas a procesos que reduzcan la posibilidad de conflictos.
6) Mantenga su nivel de capacitación siempre al día. – Hay muchas maneras de mantenerse capacitado y vigente en los temas que importan, así que elija su tema y busque la mejor capacitación posible.
7) Incorpórese a las redes de profesionales- Hay muchas organizaciones de peacemakers y mediadores, elija la suya y sea activo en sus programas. Incluso hay organizaciones internacionales, como la Association for Conflict Resolution y su Conferencia Anual, que tiene paneles en castellano.
8) Descubra como puede comenzar diálogos con grupos diversos. – Una de las claves de resolver conflictos es la de hacer puentes entre personas con perspectivas totalmente diferentes. Si no hay una organización facilitando dialogo entre grupos opuestos, por que no iniciar una? Se puede conseguir fácilmente la capacitación en técnicas de diálogo entre grupos diversos, y así Ud. tendrá una habilidad más y una tarea muy necesaria.
9) Defienda las iniciativas que apoyan el desarrollo sustentable. Uno de los ingredientes de la paz en sociedades que han pasado por conflicto social, es la capacidad de crear trabajo y oportunidades económicas para las comunidades. Aún organizaciones y compañías en otros campos, pueden tener alguna iniciativa de responsabilidad social que apoye al desarrollo económico pacifico del área donde desarrollan sus actividades.
10) Quizás Ud. Tiene alguna otra idea de como aumentar la paz en su familia, grupo social, organización o país? Dejamos aquí abierta la posibilidad de agregarla!
Etiquetas:
mediar,
paz,
resolucion de conflictos
lunes, 21 de enero de 2008
LOS TESOROS DE LA MEDIACIÓN
Javier Alés, Abogado
jalesio@upo.es
LOS TESOROS DE LA MEDIACIÓN.-
Profesiones como el ejercicio de la abogacía, han tenido oculto, durante muchos años, algo innato a nuestra formación, a nuestra atención a los clientes que nos confían sus problemas, sus conflictos y que mediante intervención como mediadores, hemos evitado el desgaste ante los tribunales de sus intenciones y sus sentimientos. Pero creo que ha llegado el momento de “abrir el cofre” que durante muchos años hemos cuidado y custodiado de nuestra labor mediadora y ofrecer a todas las profesiones que se acercan a la mediación, lo que son auténticas “perlas” para mediar.
Creo que podemos empezar con una cuestión básica: “conócete a ti mismo como mediador o mediadora”. Debemos sentirnos cómodos con este perfil profesional, saber si de verdad tenemos habilidades suficientes para manejar de forma adecuada las emociones y las tensiones que surgen en un conflicto. Debemos dominar el modelo de atención que utilicemos; bien sea la búsqueda de un acuerdo que termine con el conflicto, o bien el poder transformar las percepciones entre las partes enfrentadas, aunque el conflicto continúe, debemos utilizar un modelo y una técnica adecuada. ¿Por qué estamos motivados en la mediación?, ¿qué estilo tienes? O ¿qué temores y cargas personales traemos a la mediación?, son cuestiones que tenemos que resolver, que tenemos que tratar para poder dar lo mejor de nosotros en un proceso de mediación y, sobre todo, para saber si, nuestra paciencia, nuestra empatía, nuestra neutralidad, nuestra objetividad, nuestra tolerancia o nuestra madurez pueden llevarnos a ser mediadores profesionales. Son muchas las cualidades necesarias, pero el principal tesoro es conocernos a nosotros mismos.
Nada mejor que una historia clásica entre los mediadores, para aclarar cual es nuestro verdadero “rol como mediador”. Dicen que una vez, en un país de oriente, en un poblado cualquiera, un pastor árabe murió dejando testamento a sus tres hijos huérfanos. En el mismo reflejaba que sus 17 camellos, como bien más preciado, quería repartirlos de la siguiente forma: la mitad de sus camellos corresponderían al primogénito de sus hijos, una tercera parte al segundo de ellos y una novena parte al hijo menor. La pregunta que se hicieron ante su fallecimiento era ¿cómo deberían repartirse el rebaño de camellos?. Transcurridos varios días sin que hallaran una solución entre ellos, decidieron enviar a un miembro de su familia a una cueva, en búsqueda de “un sabio” quien decidió, bajando en su propio camello, acudir en ayuda de los tres hermanos. Cuando los tres hermanos, le explicaron el problema de repartir los “bienes” tal como era el deseo de su padre, el sabio les tranquilizó y les dijo que les cedía su camello para poder hacer las cuentas. Así ya tenían 18 y les era más fácil hacer el reparto: el mayor de los hermanos, al que le correspondía la mitad de los 18 camellos, se quedaría con 9; al hermano mediano, a quien le correspondía una tercera parte de 18, se quedaba con 6; y el menor, al que le correspondía una novena parte, ostentaría el derecho a 2 de ellos.
Pero la gran sorpresa vino cuando los hermanos hicieron el recuento total y se dieron cuenta que sumaban 17. En ese momento se dieron cuenta que lo que hizo el sabio (el mediador o mediadora) fue facilitar la solución del problema, nunca proporcionar la misma, por lo cual se marchó del lugar cabalgando en su propia camello, que había aportado al “reparto”. El mediador no es un juez, no es un árbitro, tan solo ayuda a las partes a la solución de su conflicto con su propio derecho a la autodeterminación.
Otra maravillosa “perla” de nuestro “cofre del tesoro” es la creatividad. ¿cómo podemos ser creativos ante un problema?, ¿cómo podemos ver alternativas al mismo?. Hay que tener un importante deseo de explorar, tener impulso por descubrir, probar y experimentar formas diferentes de manejar y mirar las cosas. En definitiva, tener disponibilidad “al cambio”. El primer trabajo que debemos tener con nuestros clientes es reencuadrar el conflicto: verlo de otra forma. Hay que devolver a las partes enfrentadas el “control de la situación”. La creatividad radica en escuchar lo que las partes realmente dicen y no limitarse a aceptar lo que comentan de forma explícita. Con ello vamos a intentar devolverles la capacidad de tomar decisiones intuitivas, basadas en la confianza y en la habilidad de separar la información sobre el problema que sea importante, de la que podemos considerar irrelevante. El buen humor y la risa permiten también que se de un ambiente creativo.
No obstante, nuestra responsabilidad con respecto al proceso de mediación, a pesar de la creatividad, de la “artesanía” de nuestro trabajo, es muy importante. Hagamos un proceso de mediación participativo, neutral, informando cuando existan diferencias insalvables para “retirarnos” del proceso. Estamos obligados a instruir a las partes y establecer criterios razonables de negociación, sugiriendo alternativas, rehusando a ser testigos conforme al proceso mediador si no se formalizara definitivamente, e informando de otros posibles recursos para solucionar su problema. Con ello quiero decir que hay que mantener la importancia de no asesorar o hacer terapia con nuestros clientes, porque se trata de un rol distinto. Es nuestra responsabilidad.
Igual que debemos encontrar “la perla” de la legitimación, del reconocimiento de los “litigantes”. La cultura de la mediación propone técnicas y modelos diferentes según el ámbito del conflicto en que se encuentren, pero el objetivo debe ser ayudar a las partes enfrentadas a “encontrar, mas allá de la razón que tengan, un lugar en la postura del corazón del otro”. Hacer comprender que “el otro” tiene parte de razón, mediante esa frase mágica que oímos cuando dicen: ¡ si yo lo entiendo… lo que ocurre es que lo comparto!. Hemos de tener en cuenta que el presente cambia continuamente y siempre es posible hacer o ver” algo nuevo. También se hace necesario reconocer y aceptar que la resolución de la mayoría de los conflictos es imposible, lo que si es posible es “transformarlos” para que afecten lo menos posible. El sentido de la mediación no es otro que el reconocimiento recíproco entre las partes.
Pero ¿qué asuntos pueden o deben ser mediados?. Yo creo que debemos hablar mejor de “debe” ser mediado porque partimos del principio de que todo es mediable o negociable. La mediación es recomendable especialmente, para aquellos casos en los cuales, las partes enfrentadas tienen una relación, que de alguna u otra forma continuarán en el tiempo. Muchos son los casos que debe ser mediados, como, los asuntos de daños y perjuicios, los de ámbito familiar, las relaciones entre socios o entre deudores y acreedores. Todas las relaciones en las cuales la relación se prolongue más allá del momento en que exista el conflicto o incluso en el que la privacidad de las cuestiones a debatir, haga necesario mantener quizás una reputación profesional frente a terceros, de las partes implicadas, hacen de la mediación una herramienta adecuada. Con esto queremos decir que prácticamente “todo es mediable”. No obstante los mediadores debemos aprender que la mediación no siempre es la mejor respuesta al conflicto que se nos plantea. Así los límites de la mediación deben estar en los casos que existe violencia, aun cuando muchas veces mediemos sin saber que existe supuestos malos tratos; también entendemos que no es recomendable en casos de abuso o violación, ya que pueden existir problemas de carácter legal (como el supuesto de prohibición expresa de mediar en la violencia doméstica, por el desequilibrio de las partes). Pero sobre todo nunca debemos mediar cuando observemos casos en el que las partes presentan patologías emocionales.
El verdadero trabajo artesanal, se basa en respetar y apoyar el derecho individual de las personas a la autodeterminación. Este es otro gran tesoro. Saber hacer respetar el derecho de las partes a elegir lo que quieran, hacer sus propias opciones y que tomen una decisión en la solución de sus problemas, requiere que les demos toda la información necesaria. Los detractores de la mediación confunden nuestro trabajo. La pregunta es: ¿recomendamos?, ¿orientamos?, ¿informamos?, ¿asesoramos?, ¿conciliamos?, ¿negociamos?, ¿atendemos?... simplemente mediamos. Hacemos posible, que las partes elijan entre varias opciones de solución, aquella que mejor represente los intereses y deseos que tengan. Se antoja básico analizar cuáles son sus posturas, intereses o necesidades a la hora de poder solucionar el problema. En esa búsqueda surge nuestro “acompañamiento”. Es difícil el trabajo pero debemos prepararnos para poder solventar distintos problemas éticos que “acudan” al proceso mediador.
Es muy normal que las personas mediadas soliciten alguna recomendación o una decisión del mediador. El problema se plantea bajo el prisma de que si aceptamos este rol, podemos garantizar la posibilidad de un inminente acuerdo en la disputa que se mantiene, pero estamos sacando del “control” del proceso a las partes, y por tanto, disminuimos el valor de su derecho a la autodeterminación y además estamos asesorando. Lo mismo ocurre si en un momento anterior, antes de que haya ningún acuerdo, el mediador o mediadora sabe cuál sería la solución ideal. Si les ofrecemos nuestra opinión, vamos a privar a las partes del sentimiento de estar tomando sus propias decisiones. El resultado va a ser una solución de “mala calidad” y sobre todo nos convertimos en consejeros legales, comprometiendo quizás nuestra imparcialidad.
Es por todo lo anterior por lo que considero un gran tesoro, una nueva “perla” la formación de los mediadores. Desde muchos sectores se promociona el que pueda ser una “lista abierta o cerrada”. Ni que decir tiene que es fundamental una exhaustiva formación en el ámbito jurídico, social y psicológico, adentrándose en talleres formativos en comunicación, deontología o creatividad, pero si considero que lo .más importante de la mediación, el gran hallazgo, es abrir “fronteras” entre profesionales. No debemos restringir la formación, ni el ejercicio profesional de la mediación a unas cuantas disciplinas, sino que debe abrirse a numerosas titulaciones universitarias, que de alguna manera u otra impliquen actuar en las relaciones personales, dado que en la formación del mediador cada disciplina puede aportar muchas más cosas de las que podemos imaginar. Cuando eliges formarte en una profesión, lo haces imaginándote ejerciendo en la misma y sintiéndote cómodo con ella, es decir, crees que tus habilidades personales te capacitan para realizar dichas tareas. La pregunta debe ser ¿podríamos formar en mediación a cualquier persona y ser mediador solo algunos?. Ante esta pregunta, me gustaría aclarar al lector que podemos entender con una breve metáfora. Todos debemos aprender a leer y escribir, pero muy pocos pueden ser “escritores”.
No quisiera seguir llegando al fondo de este “baúl” sin referirme al clásico debate sobre los principios de la mediación. Aquí encontramos también un tesoro oculto a los ojos de los profesionales y del legislador. Hagamos de la mediación un proceso sencillo, claro, donde preservando el interés de menores y discapacitados si existieren en el conflicto afectados, busquemos el principio de “celeridad”, de “intervención cooperativa”, del “respeto”, de la “claridad” y “la profesionalidad”, donde la colaboración de las partes sea un requisito de partida y donde la buena fe y el antiformalismo no sean contrarios a la paciencia y la perfecta estructuración de este “trabajo profesional”. Evidentemente no olvidamos los principios ya conocidos en España de la voluntariedad, la imparcialidad o la confidencialidad, pero debemos siempre “cuestionarnos” su actualidad diaria en nuestro trabajo.
Cuando hablamos de confidencialidad, entendemos que el mediador no puede revelar los particulares y los pormenores de la mediación a nadie, ni desvelar en reuniones conjuntas lo tratado en reuniones individuales y que no han sido autorizadas por su confidente. Es por esto mismo por lo que no podemos ser testigos en juicio sobre estos extremos, ni peritos, error muy frecuente por parte de los juzgados y tribunales. La excepción la tenemos en el sistema legal americano, donde existe la obligación de declarar a las autoridades la información acerca de casos de violencia o abuso contra menores. En estos casos, la obligación del mediador es advertir a las partes que su confidencialidad no podrá ser mantenida.
¿Y la imparcialidad o la neutralidad?. Un buen mediador debe permanecer imparcial hacia las partes. Esto significa el no tener favoritismo o tendencias, ya sea en nuestras manifestaciones o hechos, hacia una parte u otra, con el compromiso de servir a todas las partes y al proceso, en vez de servir a los intereses de una sola parte. Pero todo es relativo, porque bien sabemos que cuando alguien acude a nosotros, no busca la imparcialidad de un juez, busca la “multiparcialidad” como modelo de actuación, quiere que nos “impliquemos”, que “sintamos con ellos”, nuestra implicación hacia la solución del conflicto. De ahí nuestra imparcialidad.
¿Cuál es por tanto el verdadero sentido de la mediación?. Es absolutamente apasionante esta profesión, porque si bien la doctrina la trata como una “alternativa a la resolución de disputas”, más que una alternativa es una actividad “complementaria”. Podemos entender, como la definen, la mediación como ¿un método de resolución de conflictos? O más bien podemos hablar de “gestionar” y “transformar” una disputa. ¿la finalidad de una mediación es llegar a un acuerdo? O más bien se trata de indagar en las opciones de solución y “aprovechar” los efectos positivos que puede tener un conflicto. Y por último, ¿de verdad podemos pensar que es un método o una técnica? O queremos y deseamos que sea una “práctica artesanal” en el que no siempre aplicamos las mismas “recetas”. Nuestro verdadero trabajo se centra en ser agentes de la realidad, determinando los verdaderos intereses de cada parte, formulando el conflicto de forma correcta y de manera inclusiva, utilizando un léxico apropiado, presentando historias alternativas, pidiendo a las personas que se pongan en el lugar de la otra. El verdadero trabajo del mediador supone elaborar una “agenda” , decidiendo en que orden se abordan los temas y descartar todo aquello que “hace ruido”. Es un trabajo artesanal donde destaca la necesidad de la equidad, equilibrando el poder y buscando más lo “justo” que lo legal.
Para terminar este “viaje” a la “cueva del tesoro” no quisiera olvidarme del valor que tiene la mediación, la fuerza del acuerdo. La mediación tiene el valor de los contratos privados, intervenidos por un mediador, que evidentemente ante un incumplimiento necesitamos la ejecución judicial, pero esto a los mediadores no nos preocupa. Lo que de verdad nos preocupa es que, si el acuerdo en el que hemos estampado nuestra firma, no se cumple, ¿en que momento hemos fallado o no hemos sabido ver una intención que se ha mantenido oculta?.
Os animo a trabajar desde la mediación, como una estrategia, una diplomacia donde los principales pasos sean;
a) “ver la averia del conflicto”, viendo las posiciones, los intereses y las necesidades de las partes, en definitiva ¿Qué ha ocurrido?
b) “reconstruir las relaciones”, presentando una historia alternativa y estableciendo el ya mencionado reconocimiento de la otra parte
c) “reparar en la solución”, haciendo partícipe de ello a las partes (quien ayuda a buscar una solución, es consciente de su cumplimiento)
d) Y por último, hagamos un “rodaje”, un seguimiento, una supervisión y por tanto, veamos que están “cumpliendo” con lo pactado.
Recordemos que en la mediación no enseñamos a escribir, sino a ser escritores
jalesio@upo.es
LOS TESOROS DE LA MEDIACIÓN.-
Profesiones como el ejercicio de la abogacía, han tenido oculto, durante muchos años, algo innato a nuestra formación, a nuestra atención a los clientes que nos confían sus problemas, sus conflictos y que mediante intervención como mediadores, hemos evitado el desgaste ante los tribunales de sus intenciones y sus sentimientos. Pero creo que ha llegado el momento de “abrir el cofre” que durante muchos años hemos cuidado y custodiado de nuestra labor mediadora y ofrecer a todas las profesiones que se acercan a la mediación, lo que son auténticas “perlas” para mediar.
Creo que podemos empezar con una cuestión básica: “conócete a ti mismo como mediador o mediadora”. Debemos sentirnos cómodos con este perfil profesional, saber si de verdad tenemos habilidades suficientes para manejar de forma adecuada las emociones y las tensiones que surgen en un conflicto. Debemos dominar el modelo de atención que utilicemos; bien sea la búsqueda de un acuerdo que termine con el conflicto, o bien el poder transformar las percepciones entre las partes enfrentadas, aunque el conflicto continúe, debemos utilizar un modelo y una técnica adecuada. ¿Por qué estamos motivados en la mediación?, ¿qué estilo tienes? O ¿qué temores y cargas personales traemos a la mediación?, son cuestiones que tenemos que resolver, que tenemos que tratar para poder dar lo mejor de nosotros en un proceso de mediación y, sobre todo, para saber si, nuestra paciencia, nuestra empatía, nuestra neutralidad, nuestra objetividad, nuestra tolerancia o nuestra madurez pueden llevarnos a ser mediadores profesionales. Son muchas las cualidades necesarias, pero el principal tesoro es conocernos a nosotros mismos.
Nada mejor que una historia clásica entre los mediadores, para aclarar cual es nuestro verdadero “rol como mediador”. Dicen que una vez, en un país de oriente, en un poblado cualquiera, un pastor árabe murió dejando testamento a sus tres hijos huérfanos. En el mismo reflejaba que sus 17 camellos, como bien más preciado, quería repartirlos de la siguiente forma: la mitad de sus camellos corresponderían al primogénito de sus hijos, una tercera parte al segundo de ellos y una novena parte al hijo menor. La pregunta que se hicieron ante su fallecimiento era ¿cómo deberían repartirse el rebaño de camellos?. Transcurridos varios días sin que hallaran una solución entre ellos, decidieron enviar a un miembro de su familia a una cueva, en búsqueda de “un sabio” quien decidió, bajando en su propio camello, acudir en ayuda de los tres hermanos. Cuando los tres hermanos, le explicaron el problema de repartir los “bienes” tal como era el deseo de su padre, el sabio les tranquilizó y les dijo que les cedía su camello para poder hacer las cuentas. Así ya tenían 18 y les era más fácil hacer el reparto: el mayor de los hermanos, al que le correspondía la mitad de los 18 camellos, se quedaría con 9; al hermano mediano, a quien le correspondía una tercera parte de 18, se quedaba con 6; y el menor, al que le correspondía una novena parte, ostentaría el derecho a 2 de ellos.
Pero la gran sorpresa vino cuando los hermanos hicieron el recuento total y se dieron cuenta que sumaban 17. En ese momento se dieron cuenta que lo que hizo el sabio (el mediador o mediadora) fue facilitar la solución del problema, nunca proporcionar la misma, por lo cual se marchó del lugar cabalgando en su propia camello, que había aportado al “reparto”. El mediador no es un juez, no es un árbitro, tan solo ayuda a las partes a la solución de su conflicto con su propio derecho a la autodeterminación.
Otra maravillosa “perla” de nuestro “cofre del tesoro” es la creatividad. ¿cómo podemos ser creativos ante un problema?, ¿cómo podemos ver alternativas al mismo?. Hay que tener un importante deseo de explorar, tener impulso por descubrir, probar y experimentar formas diferentes de manejar y mirar las cosas. En definitiva, tener disponibilidad “al cambio”. El primer trabajo que debemos tener con nuestros clientes es reencuadrar el conflicto: verlo de otra forma. Hay que devolver a las partes enfrentadas el “control de la situación”. La creatividad radica en escuchar lo que las partes realmente dicen y no limitarse a aceptar lo que comentan de forma explícita. Con ello vamos a intentar devolverles la capacidad de tomar decisiones intuitivas, basadas en la confianza y en la habilidad de separar la información sobre el problema que sea importante, de la que podemos considerar irrelevante. El buen humor y la risa permiten también que se de un ambiente creativo.
No obstante, nuestra responsabilidad con respecto al proceso de mediación, a pesar de la creatividad, de la “artesanía” de nuestro trabajo, es muy importante. Hagamos un proceso de mediación participativo, neutral, informando cuando existan diferencias insalvables para “retirarnos” del proceso. Estamos obligados a instruir a las partes y establecer criterios razonables de negociación, sugiriendo alternativas, rehusando a ser testigos conforme al proceso mediador si no se formalizara definitivamente, e informando de otros posibles recursos para solucionar su problema. Con ello quiero decir que hay que mantener la importancia de no asesorar o hacer terapia con nuestros clientes, porque se trata de un rol distinto. Es nuestra responsabilidad.
Igual que debemos encontrar “la perla” de la legitimación, del reconocimiento de los “litigantes”. La cultura de la mediación propone técnicas y modelos diferentes según el ámbito del conflicto en que se encuentren, pero el objetivo debe ser ayudar a las partes enfrentadas a “encontrar, mas allá de la razón que tengan, un lugar en la postura del corazón del otro”. Hacer comprender que “el otro” tiene parte de razón, mediante esa frase mágica que oímos cuando dicen: ¡ si yo lo entiendo… lo que ocurre es que lo comparto!. Hemos de tener en cuenta que el presente cambia continuamente y siempre es posible hacer o ver” algo nuevo. También se hace necesario reconocer y aceptar que la resolución de la mayoría de los conflictos es imposible, lo que si es posible es “transformarlos” para que afecten lo menos posible. El sentido de la mediación no es otro que el reconocimiento recíproco entre las partes.
Pero ¿qué asuntos pueden o deben ser mediados?. Yo creo que debemos hablar mejor de “debe” ser mediado porque partimos del principio de que todo es mediable o negociable. La mediación es recomendable especialmente, para aquellos casos en los cuales, las partes enfrentadas tienen una relación, que de alguna u otra forma continuarán en el tiempo. Muchos son los casos que debe ser mediados, como, los asuntos de daños y perjuicios, los de ámbito familiar, las relaciones entre socios o entre deudores y acreedores. Todas las relaciones en las cuales la relación se prolongue más allá del momento en que exista el conflicto o incluso en el que la privacidad de las cuestiones a debatir, haga necesario mantener quizás una reputación profesional frente a terceros, de las partes implicadas, hacen de la mediación una herramienta adecuada. Con esto queremos decir que prácticamente “todo es mediable”. No obstante los mediadores debemos aprender que la mediación no siempre es la mejor respuesta al conflicto que se nos plantea. Así los límites de la mediación deben estar en los casos que existe violencia, aun cuando muchas veces mediemos sin saber que existe supuestos malos tratos; también entendemos que no es recomendable en casos de abuso o violación, ya que pueden existir problemas de carácter legal (como el supuesto de prohibición expresa de mediar en la violencia doméstica, por el desequilibrio de las partes). Pero sobre todo nunca debemos mediar cuando observemos casos en el que las partes presentan patologías emocionales.
El verdadero trabajo artesanal, se basa en respetar y apoyar el derecho individual de las personas a la autodeterminación. Este es otro gran tesoro. Saber hacer respetar el derecho de las partes a elegir lo que quieran, hacer sus propias opciones y que tomen una decisión en la solución de sus problemas, requiere que les demos toda la información necesaria. Los detractores de la mediación confunden nuestro trabajo. La pregunta es: ¿recomendamos?, ¿orientamos?, ¿informamos?, ¿asesoramos?, ¿conciliamos?, ¿negociamos?, ¿atendemos?... simplemente mediamos. Hacemos posible, que las partes elijan entre varias opciones de solución, aquella que mejor represente los intereses y deseos que tengan. Se antoja básico analizar cuáles son sus posturas, intereses o necesidades a la hora de poder solucionar el problema. En esa búsqueda surge nuestro “acompañamiento”. Es difícil el trabajo pero debemos prepararnos para poder solventar distintos problemas éticos que “acudan” al proceso mediador.
Es muy normal que las personas mediadas soliciten alguna recomendación o una decisión del mediador. El problema se plantea bajo el prisma de que si aceptamos este rol, podemos garantizar la posibilidad de un inminente acuerdo en la disputa que se mantiene, pero estamos sacando del “control” del proceso a las partes, y por tanto, disminuimos el valor de su derecho a la autodeterminación y además estamos asesorando. Lo mismo ocurre si en un momento anterior, antes de que haya ningún acuerdo, el mediador o mediadora sabe cuál sería la solución ideal. Si les ofrecemos nuestra opinión, vamos a privar a las partes del sentimiento de estar tomando sus propias decisiones. El resultado va a ser una solución de “mala calidad” y sobre todo nos convertimos en consejeros legales, comprometiendo quizás nuestra imparcialidad.
Es por todo lo anterior por lo que considero un gran tesoro, una nueva “perla” la formación de los mediadores. Desde muchos sectores se promociona el que pueda ser una “lista abierta o cerrada”. Ni que decir tiene que es fundamental una exhaustiva formación en el ámbito jurídico, social y psicológico, adentrándose en talleres formativos en comunicación, deontología o creatividad, pero si considero que lo .más importante de la mediación, el gran hallazgo, es abrir “fronteras” entre profesionales. No debemos restringir la formación, ni el ejercicio profesional de la mediación a unas cuantas disciplinas, sino que debe abrirse a numerosas titulaciones universitarias, que de alguna manera u otra impliquen actuar en las relaciones personales, dado que en la formación del mediador cada disciplina puede aportar muchas más cosas de las que podemos imaginar. Cuando eliges formarte en una profesión, lo haces imaginándote ejerciendo en la misma y sintiéndote cómodo con ella, es decir, crees que tus habilidades personales te capacitan para realizar dichas tareas. La pregunta debe ser ¿podríamos formar en mediación a cualquier persona y ser mediador solo algunos?. Ante esta pregunta, me gustaría aclarar al lector que podemos entender con una breve metáfora. Todos debemos aprender a leer y escribir, pero muy pocos pueden ser “escritores”.
No quisiera seguir llegando al fondo de este “baúl” sin referirme al clásico debate sobre los principios de la mediación. Aquí encontramos también un tesoro oculto a los ojos de los profesionales y del legislador. Hagamos de la mediación un proceso sencillo, claro, donde preservando el interés de menores y discapacitados si existieren en el conflicto afectados, busquemos el principio de “celeridad”, de “intervención cooperativa”, del “respeto”, de la “claridad” y “la profesionalidad”, donde la colaboración de las partes sea un requisito de partida y donde la buena fe y el antiformalismo no sean contrarios a la paciencia y la perfecta estructuración de este “trabajo profesional”. Evidentemente no olvidamos los principios ya conocidos en España de la voluntariedad, la imparcialidad o la confidencialidad, pero debemos siempre “cuestionarnos” su actualidad diaria en nuestro trabajo.
Cuando hablamos de confidencialidad, entendemos que el mediador no puede revelar los particulares y los pormenores de la mediación a nadie, ni desvelar en reuniones conjuntas lo tratado en reuniones individuales y que no han sido autorizadas por su confidente. Es por esto mismo por lo que no podemos ser testigos en juicio sobre estos extremos, ni peritos, error muy frecuente por parte de los juzgados y tribunales. La excepción la tenemos en el sistema legal americano, donde existe la obligación de declarar a las autoridades la información acerca de casos de violencia o abuso contra menores. En estos casos, la obligación del mediador es advertir a las partes que su confidencialidad no podrá ser mantenida.
¿Y la imparcialidad o la neutralidad?. Un buen mediador debe permanecer imparcial hacia las partes. Esto significa el no tener favoritismo o tendencias, ya sea en nuestras manifestaciones o hechos, hacia una parte u otra, con el compromiso de servir a todas las partes y al proceso, en vez de servir a los intereses de una sola parte. Pero todo es relativo, porque bien sabemos que cuando alguien acude a nosotros, no busca la imparcialidad de un juez, busca la “multiparcialidad” como modelo de actuación, quiere que nos “impliquemos”, que “sintamos con ellos”, nuestra implicación hacia la solución del conflicto. De ahí nuestra imparcialidad.
¿Cuál es por tanto el verdadero sentido de la mediación?. Es absolutamente apasionante esta profesión, porque si bien la doctrina la trata como una “alternativa a la resolución de disputas”, más que una alternativa es una actividad “complementaria”. Podemos entender, como la definen, la mediación como ¿un método de resolución de conflictos? O más bien podemos hablar de “gestionar” y “transformar” una disputa. ¿la finalidad de una mediación es llegar a un acuerdo? O más bien se trata de indagar en las opciones de solución y “aprovechar” los efectos positivos que puede tener un conflicto. Y por último, ¿de verdad podemos pensar que es un método o una técnica? O queremos y deseamos que sea una “práctica artesanal” en el que no siempre aplicamos las mismas “recetas”. Nuestro verdadero trabajo se centra en ser agentes de la realidad, determinando los verdaderos intereses de cada parte, formulando el conflicto de forma correcta y de manera inclusiva, utilizando un léxico apropiado, presentando historias alternativas, pidiendo a las personas que se pongan en el lugar de la otra. El verdadero trabajo del mediador supone elaborar una “agenda” , decidiendo en que orden se abordan los temas y descartar todo aquello que “hace ruido”. Es un trabajo artesanal donde destaca la necesidad de la equidad, equilibrando el poder y buscando más lo “justo” que lo legal.
Para terminar este “viaje” a la “cueva del tesoro” no quisiera olvidarme del valor que tiene la mediación, la fuerza del acuerdo. La mediación tiene el valor de los contratos privados, intervenidos por un mediador, que evidentemente ante un incumplimiento necesitamos la ejecución judicial, pero esto a los mediadores no nos preocupa. Lo que de verdad nos preocupa es que, si el acuerdo en el que hemos estampado nuestra firma, no se cumple, ¿en que momento hemos fallado o no hemos sabido ver una intención que se ha mantenido oculta?.
Os animo a trabajar desde la mediación, como una estrategia, una diplomacia donde los principales pasos sean;
a) “ver la averia del conflicto”, viendo las posiciones, los intereses y las necesidades de las partes, en definitiva ¿Qué ha ocurrido?
b) “reconstruir las relaciones”, presentando una historia alternativa y estableciendo el ya mencionado reconocimiento de la otra parte
c) “reparar en la solución”, haciendo partícipe de ello a las partes (quien ayuda a buscar una solución, es consciente de su cumplimiento)
d) Y por último, hagamos un “rodaje”, un seguimiento, una supervisión y por tanto, veamos que están “cumpliendo” con lo pactado.
Recordemos que en la mediación no enseñamos a escribir, sino a ser escritores
Etiquetas:
creatividad,
legitimacion,
reconocimiento
jueves, 10 de enero de 2008
Aprenda de sus exitos para planear los objetivos 2008
Continuamos con los objetivos del Mediador Exitoso para 2008?
Pare todo lo que esta haciendo y preguntese: cual es la unica cosa, tarea u objetivo que yo quiero cumplir este ano 2008?
Ahora, deje que la imagen de este objetivo lo inunde....y responda con todo el coraje y la vision que pueda.
Todos estamos llenos de buenas ideas; donde se ven realmente a los lideres es en la capacidad de llevar a la practica lo que suenan. Solo nos vale aquello que realizamos, no los suenos!
Enfoquese, decida cual es su mayor objetivo, y registrelo en una pagina de papel, con letras bien grandes. Y desde alli, empiece a pensar que pasos hay que dar para llegar de aqui (donde ahora estamos) hasta alli (la imagen del sueno).
Jan Marie Dore, tiene una lista de preguntas para ayudar a identificar y enfocarse en este objetivo:
Q: Cual fue su mayor logro en 2007?
Q: Cuales fueron los mas grandes desafios de 2007, y como los enfrento?
Q: En que oportunidad Ud. se achico en 2007 o jugo con menos capacidad de la que tiene?
Q: Cual fue la leccion mas importante que Ud. aprendio en 2007 y como ahora esa leccion transforma lo que Ud. hace?
Q: Que fue lo que dejo de hacer de lo cual ahora se arrepiente?
Q: Como puede Ud. usar esta informacion para planear el 2008?
En resumen, identificar que nos funciono, que no nos funciono, y planear hacer mas de la conducta exitosa. Que ideas le aparecen en la mente cuando Ud. responde a estas preguntas?
Espero sus comentarios! Deseandole muchos exitos y grandes aprendizajes!
martes, 8 de enero de 2008
Como seguir con los objetivos 2008?
Nuestros objetivos para este año? Bien gracias!!!!
Sobre todo los que corresponden a mi desempeño como mediador....vamos a ver:
Es mejor tener tres objetivos solamente, que se puedan dividir en metas claras y precisas, asi es mas facil cumplirlas..20 objetivos vagos y difusos solo sirven para soñar, verdad?
OBJETIVO NUMERO 1:
Aumentar mi proyeccion como mediador.
(Si esto se parece a un pequeño plan de negocios, vamos, que se le va a hacer, no?) Para esto,
OBJETIVO NUMERO 2:
Dado que tengo algunas ideas novedosas en la profesion, podria escribir un
libro, (nada de 500 paginas, quizas 120) ofreciendo un angulo nuevo y positivo para gente con conflictos.
Si no creo que puedo hacer un libro, o un ebook (libro online) entonces quizas pueda tener un blog, (como este, si?, que es gratis) o una columna en algun medio de difusion. Sin olvidarme de poner x todos lados la referencia necesaria para que la gente que necesite mis servicios me encuentre, no?
OBJETIVO NUMERO 3:
Tomarme en serio mi capacitacion y ver que tecnicas nuevas aprendo este año; ya sea de modo presencial, online, o leyendo un libro y aplicando las ideas a mis casos....Todo lo que haga para desarrollarme estimula mi cerebro
y me permite ser mas creativo.
Hare una nota en mi calendario para revisar estos objetivos a los 3 meses y a los 6 meses, a ver como he podido o no cumplirlos. Y de paso, pensar en las estrategias que me permitan superar los obstaculos: que hare si no hay dinero para el objetivo 1? como lo reemplazo? etc.
Y por el lado suyo? que planes tiene y cuentenos si desea compartirlos con este blog!
Sobre todo los que corresponden a mi desempeño como mediador....vamos a ver:
Es mejor tener tres objetivos solamente, que se puedan dividir en metas claras y precisas, asi es mas facil cumplirlas..20 objetivos vagos y difusos solo sirven para soñar, verdad?
OBJETIVO NUMERO 1:
Aumentar mi proyeccion como mediador.
(Si esto se parece a un pequeño plan de negocios, vamos, que se le va a hacer, no?) Para esto,
- estar subscripta a las 3 mejores asociaciones de mediadores;
- participar en las reuniones anuales, si es posible presentar algo;
- hacerme amigo de unos cuantos mediadores nuevos para mi, y
- continuar el contacto por medio de mails, llamados, etc.
- Ver si hay alguna oportunidad de cooperacion?
OBJETIVO NUMERO 2:
Dado que tengo algunas ideas novedosas en la profesion, podria escribir un
libro, (nada de 500 paginas, quizas 120) ofreciendo un angulo nuevo y positivo para gente con conflictos.
Si no creo que puedo hacer un libro, o un ebook (libro online) entonces quizas pueda tener un blog, (como este, si?, que es gratis) o una columna en algun medio de difusion. Sin olvidarme de poner x todos lados la referencia necesaria para que la gente que necesite mis servicios me encuentre, no?
OBJETIVO NUMERO 3:
Tomarme en serio mi capacitacion y ver que tecnicas nuevas aprendo este año; ya sea de modo presencial, online, o leyendo un libro y aplicando las ideas a mis casos....Todo lo que haga para desarrollarme estimula mi cerebro
y me permite ser mas creativo.
Hare una nota en mi calendario para revisar estos objetivos a los 3 meses y a los 6 meses, a ver como he podido o no cumplirlos. Y de paso, pensar en las estrategias que me permitan superar los obstaculos: que hare si no hay dinero para el objetivo 1? como lo reemplazo? etc.
Y por el lado suyo? que planes tiene y cuentenos si desea compartirlos con este blog!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)